15. Son muchas las semanas en el año, el tiempo es precioso
Hoy empiezo un cuaderno nuevo. Tiene tapas completamente rojas. Todos mis cuadernos tienen espiral. Un cuaderno con espiral de tapas rojas puede señalar el paso del tiempo. Porque está encadenado. Al anterior, al siguiente. Es como un almanaque de interiores. (Digo “un cuaderno” y no lo ligo a este blogario, lo devalúo. Es “un cuadernario” entonces). (Ahora lo siento como un pequeño dinosaurio en mi falda). Suficiente. Tengo que hablar de lo que sé que quiero hablar aunque duela. Hubiera querido que este blog lo leyera Vero, esa sensación está latente desde que empecé a pensar en hacerlo en diciembre. Hoy estaba revisando las preferencias de la sección de inicio de mi cuenta en Facebook y encontré su foto. Todavía ahí tapándose la cara como alarmada de ser vista. Eso que nos va a pasar a todos a ella ya le pasó. Muy pronto, demasiado pronto. Vero se murió un día horrible del año pasado. Me vengo a su muro para precisar la fecha y me encuentro que el paisaje celeste azul es como un campo de duelo, donde le siguen llegando agradecimientos, cariño y compañía. Bajo, paseo lentamente como si de un cementerio humilde y escondido se tratara, uno chiquito de pueblo, que no llama la atención, donde no hay nadie y las puertas están abiertas y llueve siempre igual, como el día que se fue. Cada posteo es preciso, prolijo, diferente, una nueva pequeña tumba señalando su partida. Montones. No nos alcanza un solo lugar para extrañarla. No escribí nada allí, ni en mi muro, ni en ninguna parte, no agarré la pala todavía, no pude. Seguí bajando despacito y quedé inmóvil. Era ahí. Ese era el lugar de la despedida, ningún otro. Un lugar de encuentro. Se lo debo a P.C., el autor del posteo. Dice:
“a Verónica Bucci, una gran maestra… Último tp, últimas materias, poseídos, lilas, dobles, espejos, el vacío,
la sombra, la fuga, las flores desde abajo, el mar, la letra, la prosa,
la poesía, la metapizarnikmanía, la niña, la maestra.”
Nunca hablé con Vero sobre lo que P.C. convoca con tanta delicadeza. Sin embargo de cada palabra que menciona soy devota. Con Pizarnik, nada menos, como intercesora. Estoy parada, no, estoy sentada en mi escritorio, son las 15.56 hs. del 12 de abril de 2016 y escribo (nunca lo hago en este horario para el blog) y llueve muy lenta y sostenidamente. Y aquí en este escritorio, frente a esta pantalla, resguardada de la melancólica lluvia, estoy lagrimeando ausencia. Entonces sí abandono mi sillón y me paro con decisión frente a esta tumba de píxeles, donde también llueve (ya lo dije) y P.C. dice sus palabras de despedida, la niña, las lilas, dobles, espejos, vacío. Y las repite. Y las vuelve a repetir como sólo la palabra escrita nos permite a través del tiempo. No. No sólo la escrita. También la grabada. P.C. acompaña su elegía con un video de Youtube. El título es: “Alejandra Pizarnik - Escrito con un nictógrafo (su voz).” Apreto play en mi melancólico y sencillo cementerio multimedia y comienza una ceremonia nueva. En principio sólo veo una foto de Alejandra, será la única imagen del video. Si el tiempo avanza en esta oportunidad será con la sutil presencia del sonido. Nada más. Tarda en cargarse, entonces da la impresión de que a la ceremonia se hubieran acercado más amigos. Porque mi vista se amplía, a ver, digámoslo teatralmente, pongo en uso la periférica y ahí están. Son 678. Tenemos 249 amigos en común. Alcanzo a ver las imágenes de nueve de ellos. M.S. abriendo grandes los ojos y la boca, F.B. dibujado, C.R. con sus lentes negros su mirada al piso y de pronto pienso en su padre, y pienso que pensé en su padre hace apenas un momento porque estoy diciendo muerte y voy a decir poesía y voy a hablar de Arturo Carrera y él lo conocía y fue él la primera persona que me lo nombró y también él ha sido arrebatado prematuramente de este mundo y si, ahí estás C.R., bien pegadita al video ciego de Alejandra que sigue tomando envión para empezar. En segunda fila la boca gigante, la ruidosa y siempre generosa boca de S.M., el cielo de cumpleaños de C.P. y me alegra tanto que esté aquí, y le gustará tanto saberlo. Cerrando la segunda fila C.P.(2) y abriendo la tercera A.R., cada cual por su lado pero ambos militantes, con su bandera y su conciencia tranquila, presentes, del mismo palo. Igual que I.A.A. que es el que sigue, sentado de espaldas pero mirando a cámara, como si recién le hubiéramos chistado. La última en llegar es C.C.R., esconde la cara entre su pelo, se mimetiza en blanco y negro con el añoso tronco de un árbol, es uno de esos dolorosos retratos que muchos de los que andamos por aquí le conocemos. No son los únicos, hay muchos más, no cabe duda. Pero es Facebook quien acomoda la sillas y alcanzo a ver sólo estas tres filas. Y arriba, en un friso brillante, en un mosaico repetido, sigue estando ella, multiplicada. Con una alumna y su flamante diploma, sentada medio incómoda en un reportaje, agachada con M. y N. en un camarín en el Chaco, tomando mate sola, payaseando de gira (no sé qué decirles, son cuatro levantando las manos, medio chuecos, como en un asalto, o por zambullirse, o… ellos sabrán, pero están contentos). Esta última imagen se veía muy pequeña y la abrí en otra pantalla, entonces Face me dice que le gusta a Marcelo Souza. Y a veinte o no sé cuántas personas más, pero lo nombra a Marcelo Souza. Del que tampoco escribí una sola palabra, y falleció hace menos tiempo aún que Edgardo y Vero. (Pensar que hasta recién no me daba cuenta la responsabilidad que este tropel indecente de partidas que estamos sufriendo tiene en mi estado de dolorosa melancolía). (Ya dije melancolía, seguro). La última foto que acompaña a sus amigos en esta despedida imaginaria es el flyer de un programa de radio que le dedicó C.P. (que está sentadita ahí abajo) y la vuelvo a ver pegada a sus amigotas, en la presentación del libro de A.G. (nunca hablamos de Pizarnik pero cada vez que nos encontramos me dijo que tenía que conocer a A.G., a la que leo periódicamente en sus posteos pero con la que nunca compartí ni una palabra. Esta es la primera. Decirle lo que decía ella). Y en el flyer hay además fotos del gordo P., de Q., de E.D. Así que se suman todos. Podemos dar play. La ceremonia empieza.
Vuelvo a estar sola. La voz de Alejandra es el último regalo de Verónica. A la Pizarnik la leo hace treinta años pero hoy la escucho por primera vez. Es el único registro de su voz. Lee a oscuras a su amigo Arturo Carrera. La grabación es opaca, estoy en la netbook y no logro escuchar bien, sólo emocionarme con la vibración de una voz que viene de la oscuridad. Entonces busco el poema de Arturo, el amigo de Edgardo, que leyó Alejandra, a quien Vero compartía apasionadamente en sus clases por lo que P.C. nos hizo ver. Y en esta caminata por paisajes extraños se alza de pronto una inmensa colina gris, como el fondo de una página que transcribió todo lo dicho, y ahí quedo recibiendo este mensaje. Porque no hace mucho (tengo que retroceder para confiarles esto), Vero y R. hicieron un libro y me pidieron el prólogo. Y R. es muy obsesivo y Vero y yo dejamos todo para último momento. Terminamos compartiendo una tarde telefónica mientras cada una escribía lo suyo a horas del cierre. Entonces yo instalé eso de que R., como crítico, es nuestro Villano Favorito, lo cual desde entonces se ha repetido en muchas oportunidades. Pero también hablé de ella como la Escriba. Algo que a fuerza de su humildad, su perenne perfil bajo, pasó un poco más desapercibido. Frente a esta tumba imaginaria la voz de una poeta fallecida por su voluntad, que escucho por vez primera, me dice que Arturo dice que "El escriba ha desaparecido y señala el sitio vacío donde los muertos se divierten". Por eso el paisaje cambia, me eleva, me mimetiza en la página, en el poema, me trae este mensaje, que no es de muerte, ni de ultratumba, ni lúgubre, ni indecoroso, es un mar en el que estamos todos sumergidos y da miedo y es vital y es también como un nacimiento.
Escrito con un nictógrafo, de Arturo Carrera
El escriba ha desaparecido Señaló el sitio vacío donde los muertos se divierten La noche penetrando y el glande inflado de tinta, penetrando hacen el mismo ruido que la muerte penetrando
Asisto a su duración en lo instantáneo SILENCIO DESORBITADO su fiesta en lo opaco, en lo pleno, en lo plano la atención lleva un blanco en la frente lleva una capa de lirones despiertos es la época en que la muerte entra muda Mudo mi cuerpo Yo me impongo en tu muerte Yo me guarezco tu muda tiempo de atenuación tiempo de purificación tiempo de lluvias constantes lo insensible vibra lo insensible soporta la noche brota flores en mitad de la noche en mitad de la página sobre la panza de la muerte la orfandad lleva un blanco en la frente E L P O E M A S E A B R E esa es tu fuerza la orfandad es fascinada comandada Subida a la barca invadida y hundida de muertos Yo en la prosa de tu libro En el barco de los muertos Entre volúmenes huecos mi cuerpo grafía a otro páramo descargando letras huesos huecos El poema se abre Esa es tu fuerza El poema toma contacto Se desliza con brazos extendidos por las dos orillas esa es tu fuerza Me hablabas de una trampa del lenguaje el poema se abre SALTAN TUS MUERTOS C L O W N S D A N Z A S interferencia de danzas palimpsesto de danzas en lo oscuro la oscuridad polarizada Y danzas Como las danzas de las abejas invariables te atraen con sus movimientos mociosos para extenuar un lugar para desocultar otro lugar para fingir invadir para informar DANZAS vos estás dictás dilectismos espacios acopiados sismos estos muertos son míos (señalando las palabras) estos muertos son míos.
Son míos. Mis muertos. El poema es mi fuerza. Tanto tiempo luchando con esta tensión, este miedo a desembocar en la poesía dolorosa, en donde las voces más genuinas llegan al borde de su abismo (con total generosidad pero perecen, como Alejandra, o luchan incansablemente, como Elizabeth), miedo al miedo de seguir reciclándome en una palabra que muta y se refuerza, entonces la duda, si el cambio de lenguaje no es más que puro boicot (dramaturga que deviene narradora que se pone decidida a construir guiones para llegar a la conclusión de que es la narrativa, no, es el blog, no pero la ficción, no, es la prosa poética, no, es el poema. ¿Si? Bueno, lo demás también pero… ¿si?)
Y la Escriba me dice:
El poema se abre Esa es tu fuerza El poema toma contacto Se desliza con brazos extendidos por las dos orillas esa es tu fuerza
Y me sereno. Una alegría angustiante en mi pecho, un dolor deseo que deviene de la extrema simultaneidad, las lilas, los muertos, los días que son tan preciosos y te arrebataron, a vos, antes a los otros, después a los que vendremos, el vacío y el espejo inmaculado, los cementerios imaginarios, la posibilidad de hacernos fuertes, en el lenguaje, en el amor, en la voz que lee sólo la palabra del amigo y no la propia, todo tiene tanto para enseñarnos, la lluvia, el miedo… Y este post, que parecía dedicado al tiempo, no necesitó de cuentagotas ni mañanas, no esquemas, es puro flujo, deriva compartida, tarde y noche, desafío, agradecimiento, despedida. Encuentro.