25. Azar e introspección (esta lista que sale de sí misma)
[20 de junio. 21:14 hs.] Acabo de ver “Mogari no mori” de Naomi Kawase. Pensé que siempre estamos en un bosque como ese. “El bosque del luto” sería una traducción aproximada. Aunque ese luto japonés es el período de dolor y también el fin del dolor. No sé si me refiero a ese bosque particular, al de la pérdida. Digo que por ahí andamos, sin duda sí, pero habrá otras ramas y sombras que recorrer. No importa cuánta gente o cemento nos rodee, apenas logramos silenciarnos y escuchar algo de lo que nos mece, algo de nuestra brisa fresca, ahí estamos, ahí, bajo los árboles, en la humedad de la noche, ansiosos por mantener el fuego. Ese es para mí el paisaje de la introspección. Apenas terminó la película me acordé que estamos en luna llena y necesité salir a verla. El frío era tan claro y rotundo como la luz. Capturar. Apropiarse de lo que ofrece oposición y obstinación. Imposible. [22 de junio. 10:21 hs] Quería explorar este tema de noche. Introspección siempre sonó oscuro para mí. Meterse adentro no garantiza senderos soleados. ¿O sí? ¿O es un prejuicio más? ¿No habrá también oculto, perdido, olvidado, lo mejor de nosotros mismos? Por qué eso mejor sería brillante y no oscuro no es ningún misterio.
Escribo a plena luz del día, pálida por la exageración de un banco de niebla. Estoy acostumbrándome a eso. Estar en medio del brillo, girar la cara y encontrar todo en una bruma extraña. Sorprende. El sol queda filtrado y parece una luna, un círculo de plata que encandila. Todo esto ¿pasa adentro o afuera?
Todo esto pasa adentro y afuera.
Azar, que viene del árabe az-zahr y cuyo primer significado fue “flor”, luego se usó para marcar la suerte en la taba, el astrágalo de una cabra o una oveja. La flor, la marca, la suerte, el hueso. Se parece al paisaje introspectivo. Aparece en esta lista que sale de sí misma y de ningún otro lugar. No parece haber tema, ni desarrollo. No principio. No desenlace. Tal vez puro nudo deseoso de desenredarse a sí mismo, extasiado en su contradicción. Por qué el singular, sus contradicciones. Quizás cuando no digo nada es cuando más digo. Quizás acercarme a una zona de silencio puro rompa el maltrato de la palabra, su separación de todas las cosas al erigirse, como una creación independiente de nada, como un nombre o un conjunto de pavadas que terminamos por llamar personalidad. Un silencio que agobia cada palabra como si fueran pasos, que las altera transformándolas en pies de una criatura desconocida. Por azar, la flor que arranco en este paseo en la niebla me indica que soy apenas el pie de una criatura indistinguible, abominable y tersa, precavida, autosuficiente. Como la bacteria de mi intestino que ahora se retuerce y se pregunta por qué su dios hizo tantos desajustes en el fin de semana largo. Ser el dios de mis bacterias y parásitos me hace pie, mamushka de pacotilla. [22 de junio. 18:33 hs] Los minutos pasan, la Lula se sube a mi falda, ronronea fuerte, introspección es abrazarla. [23 de junio. 22:44 hs]
“¿Qué es la interioridad sino cielo intensificado?”
Rainer Maria Rilke [26 de junio. 22:42 hs] Quiere el azar que hoy escriba casi a la misma hora en la que el jueves Rilke prácticamente cerraba este post. Y si. Hasta ese honor permite lo introspectivo. Porque, ¿qué más decir? ¿Seguir porque es breve? ¿No es eso dos veces bueno? [22 de junio. Alguna hora después de las 10:21] El término medio es el amor. El término lo es. Es el medio. Del latín amor. Cuya raíz indoeuropea es amma, voz infantil para llamar a la madre. También presente en el verbo latino amare que es amar, “dar caricias de madre en origen”.
Raíz más sufijo. Efecto o resultado. De navegante a paseante. Vivir es ver caer los líquidos a tu alrededor. Avanzar sobre la piedra, componerse. La introspección puede ser este cono de sombra rústico pero apacible, un devaneo sencillo y voraz, un grito apagado, nocturno de día. Amor y soplo. [26 de junio. 23:01 hs] Hoy no necesito decir nada más.